Los beneficios terapéuticos de escribir
Psic. Cecilia Mijares
Escribir es como hacer el amor.
No te preocupes por el orgasmo,
preocúpate del proceso.
Isabel Allende
¿Es real que escribir es terapéutico?
Elegí iniciar este artículo con esa fabulosa frase de la escritora Isabel Allende, porque si de beneficios terapéuticos de escribir se trata, ella es el mejor ejemplo. Para ponerles en contexto: Paula, la hija de Isabel, cayó en coma en diciembre de 1991. Esto, como a cualquier padre o madre, destrozó a Isabel. En medio de la angustia que vivía mientras su hija estaba internada en el hospital, Isabel comenzó a escribir una carta que inicia así: "¿Dónde andas, Paula?", de ahí, la autora continuó escribiendo y escribiendo hasta que finalizó una novela que hoy encontramos en casi cualquier librería.
Lo importante en esta historia, como dice el epígrafe, no es el resultado (es decir, no se trata del libro publicado) si no el proceso, ya que fue a través de la escritura que Isabel logró resolver poco a poco el duelo por la pérdida de su hija, hasta que finalmente aceptó que Paula ya no estaba.
Los autores y autoras que sirven de ejemplo para el propósito de este artículo sobran. Entre ellos puedo mencionar a Jorge Luis Borges, quien superó su insomnio escribiendo; igualmente está Dorothy Allison, cuyos textos la liberaron de la necesidad de relatar cómo fue abusada sexualmente a los cinco años.
Considero que, tras mencionar estos casos, la pregunta del inicio de esta sección se vuelve retórica.
El pensadero
Por supuesto, no necesariamente se tiene que haber sufrido una gran pérdida, ni se requiere que exista un importante conflicto interno o problema de conducta irresoluble para hacer uso de la escritura como trabajo terapéutico. Basta con que exista el deseo por escribir algo que parece estorbar en nuestros pensamientos.
En el cuarto libro de Harry Potter (o en la película, en su defecto), Dumbledore dice "A veces me parece, y estoy seguro de que tú también conoces esa sensación, que tengo demasiados pensamientos y recuerdos metidos en el cerebro". Aunque este diálogo va dirigido a Harry, el director de Hogwarts bien podría estar diciéndomelo a mí, o en este caso a ti, querido lector.
"En esas ocasiones -siguió Dumbledore, señalando una vasija de piedra- uso el pensadero: no hay más que abrir el grifo de los pensamientos que sobran, verterlos en la vasija y examinarlos a placer."
Lamentablemente, en el mundo muggle no contamos con pensaderos, pero sí con la capacidad de abrir el grifo de los pensamientos que sobran y escribirlos en una hoja en blanco para examinarlos a placer.
Quiero pensar que a estas alturas la invitación que hago es clara, y si no lo es, pues lo hago explícito: escribe para aliviar tu mente cansada por todas las vueltas que dan tus ideas en ella, puedes leer lo que escribiste de inmediato o esperar un poco, puedes agregar, quitar o cambiar lo que necesites, puedes pedirle a alguien que lo lea y luego platicarlo, puedes guardarlo en una cápsula del tiempo para retomarlo en unos años, puedes arrugarlo, romperlo, tirarlo a la basura o incluso quemarlo si eso te hace sentir mejor.
¿Entonces cuáles son los beneficios?
Para comenzar, debo decir que es muy entretenido. Escribir permite construir universos en donde pueden ocurrir todas las cosas que el autor quiera, se puede también hacer un reflejo de la realidad personal y cómo es percibida, lo que implica comunicar a otros cómo nos sentimos, lo que pensamos, y cómo vemos al mundo.
Punto y aparte de eso, están los beneficios que podríamos llamar terapéuticos, que son aquellos que nos interesan a los profesionales del bienestar mental.
El beneficio inherente e inmediato es lo que los psicólogos llamamos catarsis, lo que significa que liberas energía y emociones al escribir. El beneficio que acompaña a esta catarsis, tiene que ver con la externalización y materialización de los sentimientos y pensamientos, y la posibilidad que esto otorga de manipularlos (como lo que mencioné en el apartado anterior), y esto permite una mayor comprensión de uno mismo/a y de la situación, lo cual además favorece la toma de decisiones y búsqueda de soluciones cuando es necesario.
Para terminar, quiero señalar que escribir no sustituye a un buen proceso terapéutico, pero puede ser parte de él, o por lo menos, ser un alivio importante en caso de no poder acceder a los servicios de atención psicológica.
Si este artículo te gustó y te interesa comenzar a practicar la escritura junto con un acompañamiento psicológico, no dudes en contactarnos en las redes sociales de Crescente.