Padres conscientes...Crianza consciente
Psic. Diana Jurado
El fin de semana realizando compras en un centro comercial, me encontré con un padre y su hijo de aproximadamente tres años de edad, se encontraban haciendo compras en el mismo establecimiento que yo; después de una larga espera para la fila de pago, incluso me sentía aburrida esperando para ser atendida, vi que el niño empezó a correr de un lado a otro de la tienda, ante esto, el padre comenzó a gritarle "si no dejas de hacer eso te pego", "te voy a pegar", lo repitió más de tres veces, por eso me llamó tanto la atención y decidí escribir algo sobre esta experiencia.
Me pregunté si aquél padre realmente llevaría a cabo su amenaza, quizás no, quizá solamente lo hacía para asustar al niño y evitar que la conducta continuara. La intención del padre en ese momento claramente era que la conducta desapareciera y aunque no me pareció que le diera resultado, tal vez en otros momentos le ha funcionado y por eso continúa formando parte de sus hábitos y estilo de crianza. ¿Se dará cuenta el padre del mensaje implícito que le está transmitiendo a su hijo?, ¿se dará cuenta que le enseña que la violencia es una forma para resolver los conflictos y obtener lo que deseamos?, yo creo que no y aquí para nada estoy poniendo en duda el amor que el padre tiene por su hijo, sin embargo, es muy común ver y escuchar este tipo de prácticas en muchas familias al tratar de educar. Los padres y las madres desean transmitir a sus hijos valores y conductas "adecuadas" que los lleven a crecer, adaptarse socialmente y ser más felices, pero sin darse cuenta, mandan mensajes contradictorios.
"Sin darse cuenta", este punto es el que quiero resaltar en esta ocasión.
Muchas veces los padres se acercan a los psicólogos comentando que "sus hijos no se portan bien", "que no se quedan quietos", otros incluso dicen que "son hiperactivos y no obedecen", pero NO SE DAN CUENTA del papel que juegan en la crianza de sus hijos, muchas veces no son conscientes del mensaje que les comunican, por medio de sus palabras, de sus gestos, conductas y actitudes.
Vivimos en un mundo y un tiempo muy acelerado, lleno de compromisos, donde al reloj le faltan horas para terminar los pendientes, una época en la que comer con tranquilidad y dormir la siesta se considera un privilegio, vivimos en un mundo en el que dedicamos más tiempo al trabajo y a terminar los pendientes que a nosotros mismos, para autoobservarnos, para respirar y mirar nuestro interior con consciencia. ¿Pero cómo podemos hacer esto?
La Atención Plena puede ayudarnos. El interés por este tema ha incrementado en los últimos diez años, ya que las investigaciones demuestran tener efectividad para promover la salud psicológica y el bienestar. Jon Kabat-Zinn, uno de los principales representantes del tema, indica que la Atención Plena o Mindfulness, es una conciencia sin juicios que se cultiva instante tras instante mediante un tipo especial de atención abierta no reactiva, sin prejuicios en el momento presente, es decir que la Atención Plena se define como la capacidad para estar en el presente, momento a momento, sin juzgar.
La autoobservación forma parte de esta Atención plena y se refiere a la capacidad para observarnos a nosotros mismos y darnos cuenta de los cambios y necesidades propias que experimentamos física y psicológicamente en el momento presente.
Pero..¿Cómo se relaciona con la crianza y con nuestra forma de educar?.
Retomando la situación del centro comercial, si este padre fuese más consciente de sí mismo, de sus emociones, sus hábitos y automatismos, al estar presente en el aquí y ahora, pudiera darse cuenta de que el niño, de acuerdo a su etapa de desarrollo, naturalmente, deseaba correr y jugar libremente, sobre todo porque ya había esperado bastante tiempo en el sitio, e incluso, si uno como adulto se aburre e inquieta, en un niño es muy natural que ocurra.
Por lo tanto, el padre en esta sintonía, podría elegir diferentes opciones si lo que desea es modificar la conducta inadecuada del niño (correr en la tienda) y enseñar algo positivo; por una parte, como opción rápida podría tomarlo de la mano tranquilamente y decirle "aquí no podemos correr, porque hay cosas que se pueden romper, mejor vamos afuera para que puedas jugar". En el caso de que esto no fuese posible por alguna circunstancia, el padre podría: reconocer y validar los sentimientos del niño, "veo que ya te aburriste y quieres jugar", explicarle las razones por las cuales no puede continuar con la conducta, "aquí no podemos correr porque hay cosas que pueden romperse", expresar los sentimientos propios, "yo también estoy aburrido, pero necesitamos esperar un poco más", decirle cuándo podrá realizar lo que desea, "cuando termine de pagar, saldremos y jugaremos", redirigir la conducta por medio de otra más adecuada a la situación, "mira, vamos a ver este libro ¿te gusta?", esto también permite que el niño dirija su atención a otra cosa y ayuda a que espere un poco más. De esta forma el padre estaría poniendo mayor atención a los deseos y necesidades del niño, dando importancia a sus sentimientos y explicando las razones por las que no puede hacer lo que desea, que a pesar de que sea un niño pequeño, puede entender.
Es importante recordar que como adultos somos modelos de los niños y a cada minuto podemos enseñar formas mucho más saludables para relacionarse con los demás.
La Atención Plena, nos ayuda a tener mayor libertad, al elegir cómo responder a cada situación de nuestra vida, en este caso la crianza de los hijos.
